Son plomizos quehaceres los atardeceres en los que te columpias al vaivén de quien quisiste ser y de quien no eres.
Son ácidas las gotas de pasados sueños convertidos en quimera rota.
Son los zalameros abrazos , crueles conquistadores de piel rasgada a latigazos.
Son los inviernos , amarillentas calaveras de primaveras que murieron en inerte espera.
Son los crepúsculos derrotadas albas en en el campo de batalla del cíclico mañana.
Son las manos superficies aromadas que surcan incansables las arrugas de inmensa nada.
Son lunas marchitas las palabras que un día gritas ; y un día , agonizantes , en tu regazo de frío tiritan.
Son lo besos cálidos e imperecederos universos , donde de la razón huyen apóstatas y conversos.
Son los labios quienes viven en contubernio con lo silenciado , con lo nunca pronunciado.
Amar y necesitar , explosivo cóctel cuando se agita con metralla de distancia y soledad.
