lunes, 6 de abril de 2015

Cortejo







Sonidos delgados repican en el translúcido vidrio de un amor soñado o divino.


Arcángeles oscuros con estacas de férreo pino asedian los muros del lugar  donde no caben abrazos seguros.



Luces en eterna vigilia espían a las tardes y a las noches de exiliados días.



Manantiales de tinieblas riegan tu cielo y mi tierra  con gotas de pertrechada tregua.



Luceros lejanos hasta un mar de cercanía y desencanto caminan despacio.



Una espada de hoja oxidada desafía a una vanidosa y refulgente nada.



Acechantes  malgastadas caricias  se diluyen por no devengar en ensalivada brisa. 



Un halo eterno se alía con el propio tormento y su entronizado cortejo.


Cuando se desatan al unísono recuerdos y sueños se sumerge el yo en misterioso universo.