Hubo un mar silente en medio de una noche aterida a mi yo consciente.
Hubo un cuerdo Quijote que deambulaba solo en remoto islote.
Hay una desnuda Dulcinea de ojos tristes , a la que tan sólo una vespertina espera la viste.
Hay un hidalgo que dejó de ser visionario , cuando el destino , vestido de amargo , pasó de largo.
Hubo sonrientes meninas que extendiendo una alfombra de espinas jaleaban a la locura en su despedida.
Hubo un virus letal que arrastró tiernos e inocentes sueños a un abismo infernal.
Hubo un purpúreo ciclón de instintos perdidos en casto laberinto.
Hay amordazados violines en una orquesta que en forma de ballesta apuntan con una sinfonía secreta a este pobre poeta.
Dulzura de piel y alma , ensambladas , siempre reticentes a la sombra de la nada.