Un negro y ciego abismo se abre en el interior de mí mismo.
Un olor a soledad quiere tapiar ventanas y puertas que no se abrirán.
Un tacto herido hace vulnerables los instantes que pertenecieron a un antes.
Mi yo despierto expulsa paisajes yertos que nacieron del aliento del tormento.
Mi piel , liberada de personales pronombres , embaucadores cantos de sirena desoye.
Vaivén de pájaros de picos tóxicos , sobrevuelan cenagosos e insondables barrancos.
Arder de duras palabras , de frías sonrisas que yacen en el cauce de un río de cenizas.
Ya puedo atravesar el puente que siempre reticente ,me hizo sentir , extraño , enajenado , ausente.
Atrapado , ovillado sobre un colchón de insomnios , sólo al eco de lejanas canciones respondo.