Te llamaré Invierno porque llegas del frío y del silencio.
Te llamaré Invierno porque entre tus dedos hay heladas brasas de un gélido Averno.
Te llamaré Locura porque en deshabitada estancia venciste a las lanzas guardianas de mi cordura.
Te llamaré Locura porque en la espesura de las dudas se maquilla de lechosa blancura la negra amargura.
Te llamaré momento doliente porque entre la rugiente maleza de tu aspereza no hay emoción que se rebele y despierte.
Te llamaré momento doliente porque con encapsuladas gotas de lejanía , tu vacía habitación rocías.
Te llamaré Niebla porque no hay senda ni atajo que en tu centro converja.
Te llamaré Niebla porque en la tumba de tus secretos resuenan rasgados tañidos , húmedos de olvido.
Te llamaré una y mil cosas , miles de palabras confusas que a tu nombre rehuyan , que a tu poliédrica mirada diluyan ; y a caducos encorvados momentos excluyan.
Hay verbos que cuando se conjugan en primera persona y en tiempo futuro, buscan una salida y huyen de todo horizonte seguro.
Hay verbos que cuando se conjugan en primera persona y en tiempo futuro, buscan una salida y huyen de todo horizonte seguro.